¿Qué hablamos cuando hablamos de ESI y de Sexualidad?

La licenciada en Psicología, Carolina Santía, compartió con Radio LVA algunas cuestiones relacionadas a la enseñanza de la Educación Sexual Integral (ESI), en base a la ley aprobada en 2006 y que todavía tiene distintos planteos y resistencias para su aplicación plena por distintas cuestiones.

En ese sentido, señaló que a veces las resistencias a la ESI radian en la falta de claridad sobre el concepto Sexualidad Integral, porque gran parte de la comunidad asocia el término al de Genitalidad el cual es un aspecto de la Sexualidad, que representa e incluye todo un mundo afectivo y de vínculos, la conciencia de género, la orientación sexual, los modos de obrar y de sentir que en cada cultura se indican.

En ese sentido, comentó que la Cultura siempre marcó cuestiones como la belleza, qué es ser una persona bella, siendo que estos patrones cambiaron a lo largo del tiempo, y también tienen que ver con la ESI porque apuntan a cómo nos sentimos cada uno con nosotros mismos, llegando incluso a afectar la salud.

“Cuando hablamos de Sexualidad hablamos de un componente esencial del ser humano: nacemos sexuales, vivimos sexuales, y morimos sexuales. La sexualidad se expresa de diferentes maneras en distintas etapas de la vida y según la cultura que habitamos”, dijo.

Asimismo dijo que tiene que ver, por ejemplo, con algo básico como la necesidad de dar y recibir afecto y placer con el cuerpo, sin asociarlo a la genitalidad necesariamente aunque la incluye. Se trata, agregó, de la necesidad de ser abrazados y mirados por quien nos quiere.

“El afecto humano es material, no existe que alguien nos ame en abstracto. Querer a alguien es escuchar a esa persona, mirarla, hacer cosas para que sea feliz, e incluye el contacto corporal según el vínculo dentro de la familia, la pareja, las amistades”, afirmó.

Santía también recordó que la ley aprobada hace 14 años establece distintos materiales y lineamientos curriculares como la determinación de para qué se enseña ESI en cada nivel del sistema educativo y la definición de los contenidos para cada uno. Igualmente establece que cada comunidad educativa define su propio proyecto de ESI, adecuado a la realidad y criterios que vive dicha comunidad. Por otro lado indicó que la inclusión de la familia no es para pedir permiso sino para conversar, acompañarlos con materiales y favorecer el acompañamiento de los padres con sus hijos en estos temas.

En ese sentido, Santía aclaró que algunas resistencias y tabúes en las familias no se debe a una desidia o falta de voluntad sino el miedo a la reacción de los demás, porque imaginan que abordar estos temas pueden generar desorden en el aula, desorden que puede estar asociado momentos históricos en los que se hablaba de sexo y no de sexualidad, hablado solo por lo bajo o mediante chistes verdes.

“De estar escondida y prohibida, y de hablarse como algo pecaminoso y malo, hoy está exhibida y aparece más como un mandato por la exposición, la desnudez que hay en todos lados. Se transmite a los niños “a perrear” danzas de alto contenido erótico, que bailan niñas de cinco años. Hoy se habla de cuidar la intimidad, pero estamos en una etapa de extimidad donde mostrar lo íntimo”, dijo.

Más allá de todo, Santía recalcó que junto a la palabra “derecho” también está la palabra “responsabilidad”, es decir que uno tiene el derecho a ejercer su sexualidad pero siempre con responsabilidad y siempre en conjunción con el derecho de los demás. El eje de los derechos, dijo, es otro de los que componen la ley de ESI.

Por otro lado, la psicóloga comentó que uno de los efectos inmediatos de la ESI fue el aumento de las denuncias por casos de violencia y abuso sexual, ya que los niños y jóvenes e incluso adultos tienen con que darse cuenta cuando una conducta es considerada abuso y en consecuencia la solicitud de ayuda de muchas víctimas.

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