¿O dar Bataglia o jugar con Gallardía?

La cita será el domingo 20, a las 19 horas, en el Monumental de Nuñez. El Estadio Antonio Vespucio Liberti, será el escenario de un nuevo capítulo, de una edición, entre dos conocidos del barrio, el anfitrión River Plate recibirá a su huésped Boca Juniors, en donde impartirá justicia en dicha contienda el árbitro Darío Herrera. El banquete ofrecido convida a un marco  que a se aprecia a simple vista como apetitoso, y para ello, los protagonistas serán quienes tengan para ofrecer en la bandeja el manjar a degustar. Este contexto acompaña como frutilla del postre de una fecha bien futbolera. Será una jornada peculiar y particular, en donde se medirán todos los clásicos, todos los emparejamientos de estas latitudes. Si bien se tasa como algo vinculado a un marketing, o para la tribuna, no se menosprecia esta invitación, ya que será mediante control remoto en mano, un fin de semana a puro fútbol para mantenerse en vilo frente a la pantalla.

Luego de una somera y concisa nota color, y volviendo al superclásico que nos atañe, el partido exhibe dos equipos con realidades diametralmente opuestas. Por un lado, el local, los guiados por Gallardo, llegan a este cotejo con la vara bien alta, y en crecimiento. Con respecto a sus dirigidos, el elenco estable se ensambló de manera eficaz con los refuerzos, con las nuevas caras, quienes se adaptaron y comprendieron sin titubear a las exigencias solicitadas,  comprendiendo el libreto para su ejecución.

El concepto futbolístico que propone Gallardo esta se basa siempre, ya es harto conocido, en la incesante búsqueda de una eficacia en el resultado final; se traduce que a lo largo de los noventa minutos la idea prima en una persistencia en una alta presión en campo ajeno, con una intensidad asfixiante hacia los rivales en la marca, al no permitir que su rival no sea oponente sino que sea dominado. Viene de obtener un triunfo categórico ante Gimnasia por cuatro a cero. Repite de memoria como así lo manifestó en conferencia de prensa a esos mismos protagonistas que vencieron en su cancha al equipo de Gorosito.

Esto le permite a su vez, afianzar lo que ambiciona en seguir moldeando el esquema y apellidos. La actualidad de los juveniles Barco y Álvarez, en un idioma táctico, le vislumbran una versatilidad de movimiento y espacios que son fundamentales para el funcionamiento en lo colectivo, como así también, los interiores, los laterales, le dan los avales y las  garantías suficientes para el esquema ideal. Por su parte, la visita tiene un panorama diferente, se halla en una etapa en construcción. Con un director técnico bajo la vigilancia atenta por parte del Consejo de Fútbol de la Institución,  por si se tropezara con algún obstáculo deportivo. Lo importante para el entrenador fue la gran victoria conseguida ante Estudiantes en la ciudad de las diagonales el pasado domingo.

Observó en ese triunfo y así lo expresó ante los micrófonos con posterioridad del cotejo, en afirmar que: “Fuimos verdaderamente un equipo”. Al espetar lo brindado, pudo durante la semana encontrar no solo la articulación necesaria, sino los intérpretes para ello.  Podrá repetir mismo esquema y no el mismo equipo, ya que habría una modificación de una pieza en la ofensiva, Benedetto por el juvenil Vázquez. El afirmar siempre algo permite muchas veces afianzar, sostener y dar confianza. En este rumbo va en camino el rendimiento de Boca. El de solidificar y cristalizar, las decisiones tomadas.

El romper el molde, estructuras. El inclinar hacia lo que verdaderamente prefiere y no por aquello que la atmósfera que lo circunda le contamine el plan a trazar. Por eso, pospuso la teoría experimental de lo que venía proponiendo en sus respectivos encuentros y retornó al manual para entrever que la ganancia está en arriesgar y no en quedarse apoltronado en viejos métodos que no llegan a buen puerto. Hubo otra mentalidad, movilidad, asociación, el proyectarse hacia adelante con marcadores que se lanzaban al ataque, con volantes internos que se proponían romper con la línea de los medios y pisar terrenos ajenos. El orientador táctico sabe que tendrá que incorporar a lo hecho hasta aquí, una cuestión sustancial, para conseguir un fruto auspicioso: intensidad y presión. Está puesta en escena los atributos y  las credenciales suficientes  para una gala de esta envergadura. La convocatoria propone un espectáculo deportivo que lo amerita: siempre habrá interrogantes,  suspicacias, tras bambalinas. Como todo superclásico tiene su impronta, su esencia, lo único que se espera que la más preciada, la número 5, comience a rodar por el verde césped y traiga el mejor plato para ser servido a los comensales.

Por Hugo Bernardo Perugini (Periodista deportivo)

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