“Heredamos su pasión”. Los hijos de “Pirincho” Cicaré dan nuevo impulso a la única compañía sudamericana que fabrica helicópteros
Desde el 25 de enero, día en el que falleció su padre, Juan Manuel y Alfonso lideran con orgullo una empresa que nació en el corazón de la provincia de Buenos Aires y fue pionera en el Siglo XX; hoy exporta para Oceanía, Europa y el mercado asiático.
Antes ya, con apenas 21 años en 1958, Augusto Cicaré había volado su primer helicóptero contrarrotante, íntegramente diseñado y fabricado por él. Y en 1969, con 32 años, fabricó un simulador de vuelos, el primero de latinoamérica. Lo bautizó Cicaré 1 y resultó un éxito. Y también el puntapié de una línea temporal en la que su homónima compañía de helicópteros creó modelos que se vendieron a distintos destinos del mundo, y que fueron (y son) usados tanto para ocio personal como para el monitoreo de cultivos y demás actividades del agro. En Australia, por ejemplo, son menester para el arreo de ganado vacuno y han sido útiles para alejar a los canguros salvajes de las pistas de aterrizaje de aviones. También son comprados por las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad argentinas para entrenar pilotos. “Pirincho”, como llamaban coloquialmente a su fundador, falleció el pasado 25 de enero y, como revela su hijo Juan Manuel, estuvo, “sin exagerar”, pendiente hasta la última hora de los avances del modelo más reciente que lanzará la empresa, el RUAS-160A, vehículo no tripulado que fue desarrollado de manera conjunta con INVAP y Marinelli. De eso se trata para sus hijos, hoy a cargo: la continuidad del legado familiar. Más innovación y la proyección de un crecimiento sostenido que los enorgullece. Cómo no, son la única compañía del continente que fabrica estas máquinas voladoras.
Cicaré nació formalmente en 2005, al crearse la sociedad anónima para desarrollar y construir el CH-14, un helicóptero ligero, turbomotor, que realizó sus primeros vuelos eficazmente. En 2012 exportó su primer helicóptero a Australia, hito que reivindicó su fama en la Argentina.
El estilo emprendedor de la compañía se remonta varias décadas atrás, cuando, en 1948, “Pirincho” construyó un motor de cuatro tiempos. Tenía 11 años. Más adelante, en 1956, se inspiró al ver la imagen de un helicóptero en la revista Popular Mechanics y comenzó a idear su primer modelo, que se vería reflejado dos años después en el Cicaré CH-1, el primer helicóptero fabricado en todo el hemisferio Sur.
A partir de hoy, la nueva generación deberá pensar nuevas ideas. Y sabe cómo hacerlo. “Augusto fue dejando productos terminados, como el Cicaré 8, nuestro biplaza más moderno. Su creatividad era única, pero aprendimos el know-how y cómo hacer ciertas cosas: cómo seguir adelante y cómo mejorar algunos productos”, dice para LA NACION Juan Manuel Cicaré, actual presidente de la empresa. Uno de sus hermanos, Alfonso, también forma parte del directorio y es Gerente de Ventas y Operaciones.
Juan Manuel y Alfonso fueron criados en Polvaredas, en el corazón de la Provincia de Buenos Aires, pueblo en el cual también vivió su padre. Desde su niñez, Augusto se caracterizó por tener un espíritu libre y por ser un apasionado de los helicópteros. En efecto, cursó hasta el sexto año del nivel inicial y luego dejó de estudiar para poder dedicarse a su proyecto profesional. En ese momento no era obligatorio continuar con los años que hoy equivalen al secundario.
—Juan, tu papá contaba que era malo en el colegio, que no le gustaba hacer la tarea. De hecho, dejó los estudios de joven.
— Sí, sí. Él, en realidad, siempre se disculpaba por haber hecho esas cosas, porque no era un buen consejo para los jóvenes. Pero sí se aburría durante ese tiempo en el colegio, porque creía que lo podía utilizar en el taller de su tío. Renegaba cuando tenía que ir a clases. La sufrió a la etapa educativa inicial, hasta el sexto grado. Mi viejo dirigía todo ese esfuerzo hacia otro lado: leía muchos libros de mecánica, muchas revistas, y fue un gran aprendiz del torno. El torno le dio la capacidad de hacer piezas casi imposibles de fabricar en esa época, sobre todo teniendo en cuenta las herramientas con las que contaba y la localidad donde él vivía, que tenía tan solo 200 habitantes.
Los hermanos siempre convivieron con la singularidad de los “fierros” en un pueblo que, con sus 392 habitantes [según el Censo Nacional 2010], no reúne muchas más novedades. Allí, los helicópteros lo acaparan todo. Y seguro esto se grafique mejor con el nombre de la avenida principal de Polvaredas, el cual, a esta altura, está implícito para los lectores que se animen a adivinar…
Fuente: La Nacion