Fuerte descargo por la NO participación del fútbol femenino del Club Argentino en la Liga de Fútbol de Saladillo

Ante esta situación, jugadoras saladillenses desdieron manifestar públicamente su descontento. A continuación el escrito.

Decidimos hacer un descargo sobre una situación particular que a su vez visibiliza la realidad general que atraviesa la mujer en el fútbol, aquella disciplina que se jacta por ser popular e inclusiva, pero que a su vez diferencia en géneros a la hora de hacer cumplir el derecho de cada niño, niña y ciudadano de practicar deporte.

Este año, Saladillo parecía haber dado un salto hacia la regularización institucional de una disciplina que desde hace ya muchos años viene desarrollándose sin recursos. Sentimos orgullo al ver representantes del primer torneo oficial organizado en la Liga de Fútbol de Saladillo en la élite del fútbol argentino: Sofía Alem en San Lorenzo; Luz Bollini en Racing; Tiara Oyhanart, Camila Elordieta y Gianna Simoncini en Gimnasia. Todo esto, en tan sólo seis meses de organización, crecimiento y promoción de la disciplina.

Pero no llegamos a disfrutarlo que ya nos encontramos en un retroceso. Hoy nos enteramos que nuestro club Argentino, vigente bicampeón, dejará de participar en la Liga de Fútbol de Saladillo con su rama femenina porque “hay que hacer las cosas bien” –según la palabra de sus propios dirigentes-.

Nosotras, entonces, nos preguntamos: ¿Qué es hacer las cosas bien? ¿Dejar de contener 60 personas por el simple hecho de ser mujeres? ¿Qué función social cumplen las instituciones deportivas si no es contener en la niñez y juventud? ¿Acaso la finalidad del deporte no es aislarlos de las adicciones, del sedentarismo, de la obesidad? ¿O todo esto hace distinciones de género?

Esto visibiliza la lógica con la que se maneja el sistema patriarcal desde sus orígenes: que las mujeres ocupen el último escalafón de prioridades en la sociedad. Es por eso que, mientras tenemos cerca de diez categorías masculinas por club, los dirigentes se niegan a hacer los esfuerzos por mantener tan sólo una división femenina.

Los clubes sociales, desde sus orígenes, se plantean como

sociedades cooperativas de fomento al deporte y la cultura generando pluralidad e inclusión social. ¿Podría esto ser posible si se le quita el derecho al niño o niña de poder pertenecer por tan sólo una condición de género?

Por supuesto que entendemos la crítica situación económica del país y que los clubes de barrio no quedan exentos de esta realidad. Lo que no entendemos es por qué, ante una situación de crisis, el recorte lo sufren las mujeres. Habiendo en Argentino categorías de varones en sub 11, 13, 15, 17, Segunda, Primera y Escuelita, e incluso con tiras A y B en muchos casos, ¿cómo se justifica que se les niegue el derecho de pertenecer sólo a las únicas dos categorías de mujeres: Escuelita y Primera? Ante esta inquietud, la respuesta de los dirigentes es que “acá hay un problema que es que se ponen a la par de los hombres que juegan hace 70 años”.

Otro de los argumentos con lo que se excusan es el económico. Es difícil pensar en un proyecto autogestionado sin una predisposición para impulsar desde todas las partes el crecimiento de la disciplina. En este sentido, nos parece fundamental la organización de eventos y proyectos que, además de colaborar económicamente, refuerce los lazos culturales e identitarios de la práctica.

Entendemos que, además de la responsabilidad propia que puedan asumir las instituciones –como Argentino, Huracán, entre otros-, esta situación excede clubes, ciudades, e incluso país. Sabemos

que es una cuestión estructural la que hace que las mujeres tengan que luchar permanentemente por reivindicar aquellos derechos que los hombres conquistaron desde hace ya muchísimos años. Por eso estamos convencidas también que es el Estado, a través de sus gobiernos e instituciones intermedias, quien tiene que intervenir para garantizar un futuro más justo para las próximas generaciones.

También creemos las comisiones directivas de las instituciones intermedias deberían estar a la altura y capacitadas sobre las problemáticas que nos atraviesan como sociedad. De esta manera, tomar conciencia de la transformación social que podrían generar en su entorno, de modo tal que el deporte, y sobre todo el fútbol, puedan incluso aspirar no sólo a promover hábitos saludables en los niños y niñas sin distinción de género, sino también a encontrar en el fútbol aquella posibilidad de ascenso social con la que muchxs sueñan a través de la profesionalización.

No exigimos que se revierta la situación en las instituciones que tomaron la determinación de quitarles derechos a las mujeres, pero sí que quienes tengan poder de decisión actúen en función

de una sociedad más igualitaria y justa. No queremos que nunca más nadie deje de jugar a la pelota por ser mujer. Vamos a luchar por un fútbol femenino disidente al masculino, es decir; que cumpla verdaderamente con aquella condición histórica de inclusivo y popular.

Compartir esta noticia